No me maten señorxs. Dejen que me explique.
Llevo mucho tiempo leyendo comparaciones humano/animal,
animal/humano y, aunque no soy quién para opinar: ni médico, ni sabio, ni
creyente, ni biólogo, ni orador, ni antropólogo, ni estudioso del tema, no, no
estoy de acuerdo con muchos conceptos.
Sí, según teorías evolutivas (en las que de algún modo,
confío), el ser humano, es un animal más que procede de antepasados comunes con
el resto.
Pero, los (mal) llamados “defensores activistas” usan
conceptos erróneos como que la homosexualidad es un hecho que se da en la mayoría
de las especies animales, no sólo en la humana.
Personalmente, me parece un error notable que se den como
iguales, sentimientos entre animales y humanos. (Ojo, no digo que los animales –no
humanos- no tengan derechos y no deban ser protegidos)
Nos hacen flaco favor comentarios sobre cómo especies animales
como chimpancés o lobos mantienen relaciones homosexuales cuando el motivo es
distinto.
En el caso de los chimpancés, las relaciones sexuales (en
las que pueden darse hasta tríos (o más, ya ves tú, qué morbosos…), mantener
relaciones entre todos los miembros, sin distinción de sexo (aunque
especialmente entre las hembras), es una simple forma de mantener una unión
social. De mantener un grupo unido. Estrechar lazos.
Creo que en la mayoría de las sociedades generadas por el
ser humano, esta situación vendría a ser un grupo de “enfermos sin ética ni
moral, depravados (que se lo pasarían de puta madre y que no ensuciarían tanto
una verdad tan natural como el sexo)”.
Luego están los lobos.
Una de mis especies favoritas juega a algo que a mí,
personalmente, me encanta, “la erótica del poder”.
Me explico:
Cuando en una jauría de lobos (una sociedad con sus élites)
llega un nuevo macho que se convierte en alfa (digamos el líder), el resto de
individuos de dicha sociedad se dejan “sodomizar” para demostrar que son
sumisos y seguirán órdenes del alfa.
No sé, queridos amargados, si os imagináis al presidente de
vuestro país, sodomizándoos y pese a que el de mi país, no hace más que dar por
culo, es algo teórico, nunca llevado a la praxis (por suerte).
No, no soy biólogo, ni hago estudios (doctorales) de
sociedades no humanas y sus símiles antropológicos, pero si a vosotras,
amargadas con hijos, os arrebataran a vuestras crías y las asesinaran
cruelmente ¿volveríais a entrar en celo?
Sí, suena machista, pero en el caso de los elefantes
marinos, focas (y otras especies) ocurre así.
La naturaleza es cruel y tierna a la vez, y el ser humano ha
conseguido alejarse un poco de lo que debiera ser de manera natural.
Nuestra evolución (o en sus vertientes creacionistas, nuestra
creación) dio lugar a una nueva capa cerebral, el neo córtex. Esta capa, que se encuentra en pocas especies animales (incluyéndonos).
Es aquella capaz de hacer que acaparemos sentimientos, no sólo por
supervivencia, si no por placer hedonista, amor o cariño.
El instinto se modifica en ella.
Es la versión 3.0 del paleo
córtex, la capa más primitiva del ser humano. Aquella que nos dota de los
instintos de reproducción, alimentación y protección para la supervivencia de
la especie y que por tanto, siendo modificada (con este “neoparche”) hace que
dejemos de ser tan animales y seamos más humanos.
Este hecho, se cree (al parecer y según estudios ajenos a
mi) que se da en otras especies animales que también son capaces de sentir
placer y divertirse por hedonismo, por placer (válgame la redundancia) cómo
delfines.
Lo sé, la teoría está ahí.
El ser humano debiera atender más
a razones y menos a instintos. Pero no digo que seamos la panacea de la
perfección, sólo que no creo que debiéramos compararnos con animales cuando
hablamos con seriedad o queremos defender un hecho.
Y, puesto que el título tiene serios errores de
conceptualización acabaré dando a entender dos pensamientos:
1. La
naturaleza y la normalidad, no implican que haya bondad.
2. Que
el ser humano, se distinga de otros animales no implica que no sea natural. Y
lo normal y lo natural, también puede ser homosexual.