En un bar del centro de Murcia, solo, con las camareras.
Mi botella de cerveza, mi cigarro encendido y, en el aire mezclándose con el humo, una canción que recuerda a una bosanova o un bolero (nunca llegué a diferenciar la música) unidos al jazz y a una guitarra al estilo Santana cantada

por Jarabe de Palo.
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En mi, sentimientos melancólicos, tranquilos y, el fuego que siempre arde.
En estos momentos, soy un bohemio venido a menos, deseando que publiquen mi obra o triunfar en un mundo lleno de humo, drogas e intelecto. No estoy mal. Me encuentro bien frente a la melancolía y a los sentimientos que afloran recordando un pasado no muy lejano, que quisiera olvidar y a la vez recuperar.
Todo esto mientras la canción ha pasado a algo más movido, con distintos autores que aun recuerdan a ese sentimiento melancólico que la camarera tararea entre su trabajo y mis pensamientos.
Mi cigarro se ha consumido con apenas dos caladas y, en mi cabeza y en el aire, mientras cambia la canción de nuevo se mantiene la palabra, el sentimiento, el concepto RECUERDO.